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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Una mañana de reclamos lolescos

Al despertar Lola se estira; alarga sus piernas hatas que sus pies tocan el final de la cama y susbrazos hasta que sus manos sobrepasan la almohada. Esta es una mañana de reclamos; el primero viene del estómago y el segundo de la vejiga. Después de haber resuelto el segundo, viene el tercero, de su cerebro; él esta ávido de contar lo que la noche, en forma onírica, le ha regalado. Quien mejor para platicar que Soren P. Sadnerson. Al abrir la caja, Lola lo encuentra profundamente dormido, abrazado a su inseparable cobija. Para no despertarlo así nada mas, como de susto, la niña plastilina susurra lejos de sus oídos: Abre los apéndices de tu cerebro ábrelos despacio para mí, que cuando están cerrados sólo te están viendo a ti. Abre los apéndices de tu cerebro, despabílalos cerrando y abriendo como muñeco de barníz, muñeco aquél como el último cuento. Abre los apéndices de tu cerebro ábrelos que no te estoy mirando a ti ya se que no te gusta lo directo, estoy viendo a la que te aleja de