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Mostrando entradas de 2013

TENEMOS UNA TERRIBLE AFINIDAD

Alcancé a escucharla musitar: — Eras pequeño y no podías entenderlo , ahora que ya estás crecido tampoco puedes, no me sorprende, la edad te ha dado la más estúpida de las necedades. Tienes razón en aquello de obviar y a veces omitir. No puedo comprender la acusación, te enojas, te vas… otra vez. Mi único aliciente es saber, por fin, quien será el valiente que en verdad desaparezca del otro—. Suicidio sucinto Sexta la nombró su padre. Existía a parches y remiendos; habitaba un árbol a dos cuadras del metro Jamaica; tragaba agua y tinta para vivir sin dolores, aquellos de haber perdido el ojo izquierdo; le punzaba el cerebro, fumaba, fumaba, fumaba, para acabar de pensar y para concentrase en  las conversaciones. Augusto. Chicano era hasta convertirse en engendro de ciudad. Hijo de un topónimo y un ciclorama. Primero en un estanque, luego en un pino, en algún cerro y finalmente en una torre de termitas; ahí dormía todos los días, sin excepción, ahí leía, escribía, leía,

NAVEGAR POR LA IZQUIERDA

Hacia la izquierda de nuestro país está el Pacífico, que es océano más que mar; aún más a la izquierda las ballenas, luego Hawái y al final Japón. Pero sólo los barcos de comercio navegan hacia ese lado, los que quieren escapar lo hacen por el Golfo, como si no existiera más opción. A la gente no le gusta la izquierda, ni a los mimos zurdos, que siempre estorban al compañero en la banca del colegio; así los que hacen las tijeras, los cuchillos, los picaportes, los teclados: a la gente no le gusta la izquierda. Decía, pues, que por la izquierda no se navega, quizá por preferencias políticas; pero de ese lado no, casi nada. Sólo el sexo, porque me queda la mano derecha libre, y así todos somos más felices. Quizá porque es una extravagancia y a la mayoría de las personas lo extravagante les asusta, porque no lo entienden, y habiendo más diestros que zurdos, navegar por la siniestra debe ser todo un desacato.  Desacato La autoridad, la que sola se dicta, la que se cr

Conmiseración

Hace falta más que feromonas; no sólo la inteligencia - quizá ni siquiera tenga mucho que ver - , el verbo utilizado con maña. Hace falta lo otro y el otro. Es una ecuación; pasivo-activo, activo-activo - nunca pasivo –pasivo, así no se obtiene resultado - . Lo he visto reflejándose en el tecnicolor, cruzando las piernas, un poco derretido absorto en su mente. Sus ojos cuando se cierran. Lo primero que veo cuando abro mis ojos, son libros, luego doy vuelta: cobijas.  En la madrugada - cuando dicen que todos los gatos son pardos - unos ojos que me ven, un sudor que respiro. Las cosas de cada cual con las suyas. Llegará el día en que yo misma abra los ojos y lo vea, podré confirmar mi última teoría: nadie es tan especial. El Incauto, seducido por su propio entusiasmo, se cree que el otro es un mueble que podría colocar donde le dé la gana. Una boca que no sabe besar. Lo otro. Sobre todo letras, juntas o separadas: no/ tengo / sueño. Pero también los zapatos, los

BADTIMING

Marginal Someone told me: Eliza, gastaste todos tus cartuchos. Quizá tenga razón, he tenido mucho de muchas cosas, quizá demasiado. Me lo perdí, cuando regresé a Mi-misma el tiempo ya había pasado; después de salir del desierto, la mayoría de las cosas se reducen a babosadas. Regresé sin haber vuelto del todo, o es que me regreso un poquito por el fastidio de comenzar una nueva vida, me recuerda la ansiedad de la infancia. De niña fui solitaria, y aunque era la china-de-lentes que se juntaba con los más populares, en realidad estaba apartada, quizá por esto es que ahora aprecio tanto las amistades que tengo, porque ahora estoy presente, aún cuando mis ausencias siguen presentes y considere la soledad un habito sano. Tantos intentos, en el intento ninguna intención. No recuerdo que edad tenía pero me bauticé como Lizzi Bufoni , y mi madre, que ahora seguramente lamenta mis andares fantásticos, en ese entonces alimentó mis demencias regalándome una pulsera gravada con ese mot

FRASCO DE PREJUICIOS

Estaba pensando en ti, le daba vueltas a la única certeza que tengo de tu persona: eres mi amigo. ¿De dónde he sacado yo esto?, ¿quién te he creído que eres? Eres tan amable; me procuras menos que los amigos que son como mi familia, pero más que los cuates que veo los miércoles; me escuchas. Las personas tenemos un asunto muy interesante con aquello de que alguien nos escuche, pareciera un honor. Yo tengo una amiga que es un gato, me comparte ópera y lleva a Humboldt a nuestras reuniones de café. Platicamos en nebuloso intercambio de ñoñez y bienes viscerales. La escucho, me escucha; nos queremos. Y están todas esas personas a las que nunca pregunto siquiera como están, porque no me interesa escucharlas. Decía que estaba pensando en ti, pero luego dejé de hacerlo para ver una película. El largometraje trataba de un exsoldado – dañado mentalmente por la guerra y la vida – que va a dar con un fulano que desarrolla prácticas de bienestar existencial y físico  por medio de viajes

Estos pasos

Me llegaron cuatro mails solicitando que subiera a Lecter Litterae un texto acerca de cumplir 30. Lo pensé mucho, y ahora me dispongo a escribir sin reflexionar. La verdad es que no hay mucho que decir al respecto, porque no se trata de la edad, sino del momento, del cual diré que es álgido. El cumpleaños porno, subir al tercer piso, usar el treinta para iniciar mi edad los próximos nueve años ¿eso qué? Se trata del momento, del cual diré es absurdo: me arroja a una libertad que se pinta como abismo, que me jala en un arrebatamiento de fe que sólo unos cuantos pueden entender y que sólo los de oído entrenado pueden escuchar tan claramente como escucho rechinar mi hombro derecho. Hace unos meses me di unas cuantas libertades, como transformarme en imán para, por un lado atraer y por otro repeler al escritor ese de boca grande y palabras largas. Me dejé pasar las tardes parloteando con una bola de periplos. Me he dado permiso de decir lo que se me da la gana y de pensar menos l

Nociones de una stalker

Acosar  se parece a acostar pero no es igual. Dice Espasa-Calpe que acosar es perseguir sin tregua ni reposo, fatigar a alguien. Hace algunos años recibí un mensaje de un remitente desconocido, abrí el correo. La luz del monitor iluminó el desconcierto de mi cara; pasaron algunos minutos de angustiosa duda ¿quién era esta persona? ¿porqué un alguien que no me conoce piensa tantas falsedades de mí, porqué dice que yo he dicho tales cosas? Después pasaron muchos días sin que pudiera articular manera de expresar que un alguien me estuvo observando sin  haberlo notado. Tal vez pude haber sido agotada por este hombre, pero pude huir de él (o eso creo). Apenas el año pasado detecté a otro alguien que tiene años asechándome, se transforma en amigo y da vuelcos desesperados para saber que hago, pero sobre todo qué pienso. En cuanto me di cuenta hube de cerrarme, uno no puede ir por la vida regando lo que su cerebro contiene, mucho menos lo que al corazón hace palpitar acompasado. El acosa

Elegancia

He preferido viajar a terrenos conocidos: el mismo árbol, las mismas piedras, incluso el mismo sol. La única desventaja es que cuando regreso no puedo evitar quejarme: mucho calor, insectos por todos lados, sordera. Solamente soy optimista de mis propias referencias, aunque sepa que seguramente encontraré el mismo paisaje, me gusta pensar que quizá la ocasión me conduzca a la sorpresa de hallarme fuera de mis rutinarias apuestas: despertar más tarde, no comer a la misma hora,  visitar otros lares. Prefiero tomar fotografías con la mente ¿Porqué mierda toman fotografías en los conciertos? Estando ahí debemos escuchar, ver con los propios ojos, sentir a los seres humanos que nos rodean, oler alientos de cerveza. Cuando viajo tomo fotos a voluntad y por obturador impulsivo. Tengo una fotografía: playera azul, fondo anaranjado, monedas, tono de voz medio, amabilidad de sonido elegante. La mesura en-piernada, con brazos y todo. Tan rápido como vi, deje de enfocar porque colada en l

Involuntaria

¾ ¿Dónde están las mujeres que  mantienen? ¾ Sobrias El espacio literario es libre, eso me gusta creer. Deposita uno lo que le dé la gana, con la cantidad autobiográfica que uno considere suficiente, con máscaras, sin asar, con retruécanos. El espacio literario no escapa de las clasificaciones, las fichas técnicas, las críticas; lo quiera el escrito o no. Ya no puedo escribir. Como chorizo colgado en tienda de abarrotes colgaré párrafos para tamizarme, como chorizo, para que mis letras se mosqueen  con sus mails y comentarios aquí y en facebook. Ya no quiero escribir porque escribo como mujer. Las mujeres lloramos, nos quejamos, reprochamos sin importar el otro. Recordamos el amor que no pudo ser, o que fue, y que no acaba de cuajar porque nos da el mal del conformismo. Somos cursilería fantástica: Mujer soltera/solterona que espera (a veces sin esperar) al que habrá de llegar y respetar su individualidad (bicéfala, por cierto). Se encuentran por casualidad. A

PIRATA I

Él tiene muchas cartas, y yo una pendiente, aparentemente hay mucho que decir, eso ha dicho; lo que yo digo es que hay poco que manifestar y un plexo de cosas que charlar. Me he propuesto mandarle una postal que diga poco haciéndole sonreír hasta arrugarse, y nada más no se me ocurre que. Le tengo una carta, y es esta: “Estimé” te digo porque es cursi y porque es verkitschen. Tengo en el sótano la máquina que se necesita para motorizar sendo barco, ahora basta con que regreses y lo montes, claro, ya sabes a que mi no me gusta eso de ensuciarme así que, a lo más, te contrato una persona que te ayuda a reclutar ayudantes y yo te veo, te animo y te recuerdo que no debes de desvelarte mucho en las fiestas, ni gastar tu dinero con mujeres, que aunque te parezca que lo valen, te han hecho perder años de dar inicio a esta ambiciosa empresa. Yo no olvido el trato que hicimos, me apetece un planeta y que pueda yo escaparme del tratado de comercio que tienes en mente, eso de dar explicaci