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Mostrando entradas de enero, 2012

Repetidero

1 Es un verdadero misterio. Traté muchos años, busqué debajo de su ropa sucia, entre las pelusas de su sleepingbag (el cual usaba de cobija), en las botellas de Corona abandonadas en la cocina, y nada. No lograba comprender el aciago afecto que me profesaba cada de vez en cuando. Así era de inconstante, distante y de repente muy cercano, demasiado. Llegaba después de meses de silencio o de vacaciones existenciales: “Ya regresé, han pasado muchos días, lo sé, pero ya estoy aquí y tu también… y yo sólo quiero estar contigo”. Al principio yo me dormía primero, el veía la televisión y luego a media noche me sorprendía con un abrazo limosnero. Con los años aprendí a dormir después, así entonces escarbaba entre sus libros, en el botiquín de aquel baño antiguo, despertaba al Señor Cortázar y le preguntaba: ¿lo ha visto? Y él siempre contestaba lo mismo: No puedes, por razones técnicas1. Y así fue, por razones técnicas deje de despertarme para buscarle a escondidas, así que los últimos años le