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Mostrando entradas de septiembre, 2010

El prólogo de conocerte

Me hago a la idea, así es más fácil digerir el rechazo, así culminan una serie de fantasías medievales, en donde él es el interesado y no yo. No me pueden culpar, no es sólo un constructor de mi mente, he tenido la mala suerte de ir a dar junto a él, que es tan amable, que tiene tan a bien tratarme como si le importara mi existencia, y pobre de él también, que ha venido a chocar con mis delirios de construcción fantástica. A veces me da por creer que todos somos inigualablemente únicos para alguien, para el resto somos indiferentes y para otros pocos sólo somos buena onda. No es que crea que yo soy única para él, pero estaría bien serlo y viceversa, les digo, pero no me creen, la verdad es que no me gusta tanto; lo que pasa aquí es que alguien me vendió la idea: “¿Te has dado cuenta que te observa? ¿no has notado que cuando hablas cuasi babea?” El que busca encuentra y encontré la sospecha de un rito asqueroso llamado: coquetear. Me gusta pensar que esto puede ser un prólogo, en dond

Se solicita

Quisiera escribir yo acerca de irregularidades, desgracias agenas y de un avistamiento amoroso, pero mi cerebro esta imposibilitado con posible resfriado. Estoy en una especie de berrinche aletargado, no esta la oruga, hay falta de olor agradable ageno...¡ah! hace tanto tiempo de que no hay un ageno canceroso, de agradle presencia y conversación. ¡Pts! ya no puedo escribir más,berrinche berrinche. Se solicita desaberrinchador.

Hay una intrusa ... 4a. parte

Intrusa Un caballero alto abrió la puerta. - Buenas tardes, soy María Teresa Hernández, estoy buscando a Eusebio Nava – El caballero en cuestión enrojeció de la cara y le pidió a Mate entrar, y aunque entrar a la casa de un extraño de comportamiento sospechoso no es buena idea, ni de recomendable curiosidad, Mate entró pensado ingenuamente que podría recuperar sus cortinas. Por dentro el 57 no era distinto al 75, la distribución de espacios era muy similar, así que cuando fue invitada a la cocina supo a donde dirigirse. – Siéntate, no te voy quitar mucho tiempo- antes de seguir el caballero inhaló, vio hacia el techo, exhaló bajando la mirada hacia su interlocutora; en ese instante Mate recordó las temibles condenas que su padre ejecutaba junto al comal del antiguo hogar, presintió que lo que sería no sería bueno. - Mire, Señorita Hernández, yo no sé de que era salió su hermana, ni se porque usted no se tomó la molestia de presentarse. Yo soy una persona que aprecia su soledad, y conoc

Hay una intrusa... 3a. parte

Marcos y trastes Desayunaban juntas. - Oye Ricarda – paseaba la cuchara en el plato de cereal. - ¿Qué? … ¿por qué te quedas callada, Mate? ¿qué te pasa?, dime de una vez lo que tengas que decirme – en realidad lo que le molestaba a Ricarda de su hermana es que se tomaba el tiempo para todo, incluso para desayunar, ella rara vez lo hacia, como en esta ocasión. - Bueno, ¿recuerdas que hace más o menos mes y medio el cartero dejó mal una carta? – luego se calló con una cucharada de cereal. - No – hubo un silencio. – Bueno Mate, y que con eso, ¿cuál carta? – En realidad a Ricarda no le interesaba lo de la carta, es que de cuando en cuando sentía remordimiento por ser tan grosera con su hermana. - Pues es que una mañana tu me encargaste una carta que dejó el cartero en nuestro buzón, iba dirigida a H.M., pero el número en la dirección no era el de la casa, era para el 57; así que ese mismo día fui a dejar la carta a la casa esa. – se levantó muy nerviosa, lo más seguro es que su hermana se