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Una mañana de reclamos lolescos

Al despertar Lola se estira; alarga sus piernas hatas que sus pies tocan el final de la cama y susbrazos hasta que sus manos sobrepasan la almohada. Esta es una mañana de reclamos; el primero viene del estómago y el segundo de la vejiga. Después de haber resuelto el segundo, viene el tercero, de su cerebro; él esta ávido de contar lo que la noche, en forma onírica, le ha regalado. Quien mejor para platicar que Soren P. Sadnerson. Al abrir la caja, Lola lo encuentra profundamente dormido, abrazado a su inseparable cobija. Para no despertarlo así nada mas, como de susto, la niña plastilina susurra lejos de sus oídos:
Abre los apéndices de tu cerebro
ábrelos despacio para mí,
que cuando están cerrados
sólo te están viendo a ti.
Abre los apéndices de tu cerebro,
despabílalos cerrando y abriendo
como muñeco de barníz,
muñeco aquél como el último cuento.
Abre los apéndices de tu cerebro
ábrelos que no te estoy mirando a ti
ya se que no te gusta lo directo,
estoy viendo a la que te aleja de mi.
Soren P. se estira igual que su amiga, sólo que su meta es alcanzar los extremos de su caja. "Disculpa que te despierte temprano, pero he soñado contigo; he podido esperar, pero mi cerebro me atosigó con su reclamo". Soren cubrió su espalda con la cobija y acerco sus rodillas al pecho. "No Soren, vamos a mi cama". Ya sentados en donde Lola, entrecruzaron sus dedos inferiores. "¡Ay! Lola, siempre tienes fríos los pies, ¿quieres que te los caliente otra vez?". Después de una sonrisa de Lola se escuchó: "Tuve un sueño contigo: te encontraba en el camino, llevaba un gato con correa, te daba un gran beso; el gato mordía el labio y te carcajeabas. Escurrió sangre de tu boca y la probé ... sabía deliciosa". Soren pestañeo, "¿No crees que es extraño?, pues de estar paseando un gato, no te encontraría, vendría contigo".

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