Lola pidió en berrinche un cuervo. Su madre dijo que no, porque sacan los ojos, tienen corucos. “Quiero un cuervo”, no dijo otra cosa durante seis días, ¿y como para que quieres un cuervo? Preguntó su padre; sin tener palabras precisas, Lola ocurrió imantar una lista en el refrigerador: - acicalar desagrados - sacar ojos de los no deseados - adornarme con las plumas que vaya desechando - guardar secretos - de compañía, porque estoy muy sola “Que extraño” pensaron los Genéticos, que habrá sido de Soren. Un largo interrogatorio vino para Lola, de que si Herr P. Sadnerson estaba muerto, de que la responsabilidad, el espacio, el tiempo y otras teorías cuánticas. Un día, solo un día sin que Lola inventara macabras estupideces y lo tendría. -Soren, mira que me han regalado- Lola tranquila y divertida le platicaba a su amigo. -Lola, ¡¡pero un cuervo?? - el pobre casi no pudo hablar, Lola reía de gusto, y cantaba. Sin más que cumplir con los estatutos que ser imaginario implica, Soren ayudó ...