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El prólogo de conocerte

Me hago a la idea, así es más fácil digerir el rechazo, así culminan una serie de fantasías medievales, en donde él es el interesado y no yo. No me pueden culpar, no es sólo un constructor de mi mente, he tenido la mala suerte de ir a dar junto a él, que es tan amable, que tiene tan a bien tratarme como si le importara mi existencia, y pobre de él también, que ha venido a chocar con mis delirios de construcción fantástica.

A veces me da por creer que todos somos inigualablemente únicos para alguien, para el resto somos indiferentes y para otros pocos sólo somos buena onda. No es que crea que yo soy única para él, pero estaría bien serlo y viceversa, les digo, pero no me creen, la verdad es que no me gusta tanto; lo que pasa aquí es que alguien me vendió la idea: “¿Te has dado cuenta que te observa? ¿no has notado que cuando hablas cuasi babea?” El que busca encuentra y encontré la sospecha de un rito asqueroso llamado: coquetear.

Me gusta pensar que esto puede ser un prólogo, en donde cada uno va cazando pistas, o quizá es ya una entrevista, ¡sería muy divertido estar en el prólogo! Así nos vamos enterando como va a estar el asunto sin saberlo realmente pero ¿lo hay? No lo sé, prefiero convencerme de que ni hay prólogo, ni la intención de escribir una novela. Mientras tanto, mientras sale la idea y la sospecha, soy catadora de testosterona fresca.

Comentarios

Eva Mora ha dicho que…
uiuuuu coqueteo
uiuuuuu testosterona fresca mmm
Que el prólogo no sea prolongado.

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