Ir al contenido principal

ACRÓBATA


El orgullo viene en paquetes de 12, se acaba con cada fumada de ansiedad; también viene en paquetes de 8 como las salchichas se acaba con cada mordisco de desasosiego. 

Los peces no vienen en paquetes, vienen en cardumen o engramados en sus bolsas cadavéricas. Descansan. Ahí quietos en el fondo de la pecera parecen muertos, no parpadean. Los peces vuelan en cámara lenta, hacen sobrias acrobacias.

La vanidad es un gas apestoso que viene en los más diversos frascos, cada mililitro es veneno que, disuelto en los pulmones, invade cada célula del cuerpo. Inocua para pocos, nociva para mi.

Cuando era una pequeña niña mi padre llevó a la familia al barrio chino, entramos a un restaurante en el que tenían una pecera gigantesca. Vi que los peces se deslizaban con la mirada perdida y su mente en quien sabe que, así como yo casi todo el tiempo. 

El deseo es muy caro, viene en paquetes individuales. Complacer cada uno de nuestros deseos nos sumerge en vicio sañoso que te rompe el músculo óptico, te deja bailando las órbitas: y el otro que se arregle como pueda porque la felicidad y la desgracia penden del dedo de cada sujeto. 

Ya no era una pequeña. Estaba en un restaurante chino de la av. Revolución en el que tienen una pecera grande. Vi que los peces flotaban entre plantas artificiales. Me paré, fui a la pecera, metí la mano, se escaparon unos cuantos pero pude agarrar del aleta caudal al japonés blanco. Mordí, luego vino una ola de placer con el crujido húmedo entre mis dientes. Regresé cuando escuché mi nombre. Si, sigo siendo como aquellos peces de mirada perdida y la cabeza en canibalismo. 

Los acróbatas no vienen empaquetados, son personas disciplinadas de profesión extravagante. Descansan en la concentración del vuelo. Se envician en el peligro del equilibrio. Se rompen en el ensayo y el error. La naturaleza de su trabajo los tiene nadando entre ciudades.

Yo quiero ser como un pez, mascota aburrida, descansar en el fondo de mi misma; quiero ser acróbata para sosegarme en el equilibrio, para vivir en la soledad del vuelo. Ein, zwei, drei, lass mich von der Schaukel los dass ein goldner Knaße, der Ponyknaße, mich ohne Zweifel fassen wird, Bevor ich auf den Boden falle. Saltimbanqui de circo vagabundo…

Comentarios

Entradas populares de este blog

FRASCO DE PREJUICIOS

Estaba pensando en ti, le daba vueltas a la única certeza que tengo de tu persona: eres mi amigo. ¿De dónde he sacado yo esto?, ¿quién te he creído que eres? Eres tan amable; me procuras menos que los amigos que son como mi familia, pero más que los cuates que veo los miércoles; me escuchas. Las personas tenemos un asunto muy interesante con aquello de que alguien nos escuche, pareciera un honor. Yo tengo una amiga que es un gato, me comparte ópera y lleva a Humboldt a nuestras reuniones de café. Platicamos en nebuloso intercambio de ñoñez y bienes viscerales. La escucho, me escucha; nos queremos. Y están todas esas personas a las que nunca pregunto siquiera como están, porque no me interesa escucharlas. Decía que estaba pensando en ti, pero luego dejé de hacerlo para ver una película. El largometraje trataba de un exsoldado – dañado mentalmente por la guerra y la vida – que va a dar con un fulano que desarrolla prácticas de bienestar existencial y físico  por medio de via...

BEDUINO

Me acabo de dar cuenta de que la gente no se va, tan sólo continúa. Cuando la gente se muere, pues eso: se muere. Deja de estar, aunque la recuerdes, aunque guardes su ropa apolillada o le dediques todas tus victorias académicas: ya no está. Pero cuando la gente no está ahí presente, existe la amenaza de volverla a ver. En una fiesta. En la calle Madero. El Bar. Su cafetería. El metro. Entre la multitud de un concierto. Se te pasa el susto después de muchos años. Platicas, gritas, lloras; igual que cuando alguien se muere. Yo lloro hasta cuando matan animales en las películas, por eso mi llanto no se lo toman en serio. Igual que el que se la pasa posteando que está miserable y triste después de años de una relación amargada: ya nadie le cree. La gente no le da oportunidad a sus caprichos: después de unos años ya no lo vas a querer. Sí, después de algún tiempo puedes notar que es cuestión de orgullo: es por ti, no por el otro.  Por eso sufrías (o sufres) tanto, ...

out of the game

Existían infinitas posibilidades, pero yo acabé con ellas. Teobaldo era su nombre porque un día lo escribió en el espejo empañado del baño. El baño de su casa era antiguo, tenía una tina grande con una cortina de animales prehistóricos (quizá ni eran animales), la ventana estaba junto a la tina y solamente por eso se me antojaba bañarme en ella. Renuncié a ella, a la posibilidad de sumergirme detrás de la animálica tela plástica. Cambié las posibilidades por una decisión: me voy a desaparecer. Me subí al carro un poco feliz y con la certeza de que estaría bien, él y yo también. Llamó, creo que al día siguiente, pero no contesté, no volvió a marcar, yo nunca regresé la llamada. En verdad lo saqué de mi cabeza, pero el hado de los cuentos lo introdujo otra vez, con la posibilidad de cruzar saludos ocasionales en fiestas planeadas, no por terceros, sino por quintos y enésimos. Evite dichos sucesos. A razón de eventos ajenos a estas letras, di cuenta, en una conversación muy Virginia...