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BEDUINO

Me acabo de dar cuenta de que la gente no se va, tan sólo continúa.

Cuando la gente se muere, pues eso: se muere. Deja de estar, aunque la recuerdes, aunque guardes su ropa apolillada o le dediques todas tus victorias académicas: ya no está.

Pero cuando la gente no está ahí presente, existe la amenaza de volverla a ver. En una fiesta. En la calle Madero. El Bar. Su cafetería. El metro. Entre la multitud de un concierto.

Se te pasa el susto después de muchos años.

Platicas, gritas, lloras; igual que cuando alguien se muere. Yo lloro hasta cuando matan animales en las películas, por eso mi llanto no se lo toman en serio. Igual que el que se la pasa posteando que está miserable y triste después de años de una relación amargada: ya nadie le cree.

La gente no le da oportunidad a sus caprichos: después de unos años ya no lo vas a querer. Sí, después de algún tiempo puedes notar que es cuestión de orgullo: es por ti, no por el otro.  Por eso sufrías (o sufres) tanto, porque quedaste como un idiota. Creíste, te dejaste llevar, te da vergüenza reconocerlo.

Pero volviste a buscarle.

Cuando hay algo más que un proyecto de autoestima, no te despides. Nunca nos hemos despedido. Han pasado más de diez personas como intermedio y no han significado más que desvelos individuales, que a veces han permeado en forma de piedritas que ponen de mal humor pero que no modifican los regresos.

Los gustos son los mismos. Las bromas casi iguales. Las cortinas de baño cambian. Las ojeras más prominentes y la carne más amasada pero ya con sazón exacto. Cuando se sobre-pasa el orgullo, a veces queda una relación invaluable… que más vale cuidar porque no abundan.

Para vivir desierto, no se puede cargar con recuerdos, pesan mucho. Hay que cargar con lo básico y básicamente errar a cada paso. No hay hogar, no hay consuelo, no hay Principito.

Es hora de volver a buscar, de hallar el mástil el barco, levar anclas. Para volver a encontrar el viento que hace andar la nave, la que se arrastra en medio del desierto. Hay que abrir los ojos, tener paz, cerrar los ojos para escuchar y en la angustia no pasmarse.

Te gustan las mujeres flacas, porque están muertas, es como para no despegarte de la idea de que amar es morir. Quizá por eso te lo piensas más con las caderas abundantes, o las que tienen nalgas como almohadas y pechos que rebotan jugosos, porque están vivas, y la que vive habla. Qué fastidio.


No hay como hallar al Beduino, al King of sorrow, para que te enseñe a vivir en el desierto, en soledad continua. Él no se va, continúa… Y yo con él… cada quien por su camino. 

Comentarios

Aguacate y Mandarina ha dicho que…
Qué bonito.
Las mujeres con carnita tienen mucha vida y calorcito, eso es cierto.

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