Ir al contenido principal

Hay una intrusa... 2a. parte

Cortinas y ventanas

Ricarda era muy trabajadora, constante en sus plegarias, era muy buena para describir a las personas, ahorradora, de sazón medio y cordialidad aparente; por eso la quería tanto su hermana, por hacer a buen esfuerzo un intento de hermandad sustentado en el engaño. Mari Tere, como le decían sus padres, no sabia amar a su familia, los quería a todos, pero amaba a los extraños, se le daba; por eso trabajaba en el albergue, no le interesaba ahorrar para su casita, no tenia muchas piezas de joyería, era una “chancluda con sospecha de retraso mental”, así la describía su hermana. No se le puede culpar a Ricarda de semejante descripción, es que María Teresa no era de hablar, incluso le parecía innecesario, por eso trabajaba en el albergue, porque ahí entre menos se hable mejor para todos.

Era entre semana cuando Mate desvió su camino de regreso a casa:
- María Teresa, la que le pidió su máquina prestada -, Mate se sentía como una loca cuando hablaba por medio del interfon.
- ¡ah! si, Pásale – la Señora Soto la dejó entrar.
La joven Hernández estaba incomoda, la patrocinadora del puesto de observación era una completa extraña, sin embargo pudo convencerla de dejarla trabajar en la sala, en donde tenía vista panorámica del sospechoso en cuestión; la tarea era un poco complicada porque aquellas ventanas vestían de telas translúcidas y encaje. Pasada una semana Mari Tere acabó sus cortinas y nada, pareciera que la 57 estuviese deshabitada.
- Muchas gracias Señora Soto, ya acabé de usar su máquina, ya no le voy a dar más lata -, A estas alturas, Mate estaba desesperada, tanto esfuerzo en tolerancia para nada.
- Ándale hija, ya sabes, cuando quieras – a estas alturas, Doña Olga ya se había encariñado, y no sabia porque, en realidad la máquina de coser hablaba más que la joven curiosa, ella se la pasaba perforando el vidrio que la separaba de la calle, ¿qué estaría observando con tanta avidez?. Mate deseaba tanto poder haber sido otra y hacer tan simple pregunta, “Doña Olga, ¿quién vive ahí enfrente?”, pero ella no es como Ricarda, tan quitada de la pena, ella esta quitada de los fonemas. Se fue a su casa casi dada por vencida; pero cuando introdujo la llave de la casa al cerrojo, le robo el respiro una nueva duda: Quizá no escribieron mal el nombre, quizá el número estaba mal, ¿y si la carta era para Hernández Moran? La idea le dio vueltas toda la noche, trataba de consolarse: si nadie vive ahí, la carta debe estar abandonada en el buzón, podría ir cualquier día a sacarla; pero la casa no estaba maltratada, y había cortinas, ¡había cortinas! No puede haber duda, seguro alguien vivía ahí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

BEDUINO

Me acabo de dar cuenta de que la gente no se va, tan sólo continúa. Cuando la gente se muere, pues eso: se muere. Deja de estar, aunque la recuerdes, aunque guardes su ropa apolillada o le dediques todas tus victorias académicas: ya no está. Pero cuando la gente no está ahí presente, existe la amenaza de volverla a ver. En una fiesta. En la calle Madero. El Bar. Su cafetería. El metro. Entre la multitud de un concierto. Se te pasa el susto después de muchos años. Platicas, gritas, lloras; igual que cuando alguien se muere. Yo lloro hasta cuando matan animales en las películas, por eso mi llanto no se lo toman en serio. Igual que el que se la pasa posteando que está miserable y triste después de años de una relación amargada: ya nadie le cree. La gente no le da oportunidad a sus caprichos: después de unos años ya no lo vas a querer. Sí, después de algún tiempo puedes notar que es cuestión de orgullo: es por ti, no por el otro.  Por eso sufrías (o sufres) tanto, ...

DERECHO A SOSPECHAR

El terror de mi infancia fue E.T. Caminaba el largo trecho entre mi cama y la de mis padres, para rogar por un pequeño espacio que me permitiera pegar el ojo sin que ese remedo de tortuga apareciera en mi cabeza. Hoy me desperté a las 4:30 de la mañana. Nos acechaban muy de cerca desde la orilla de la cama. Unos grandes ojos negros con pestañas de camello, buscaba consuelo entre la oscuridad de la noche. Ya no pude seguir durmiendo, mi cabeza aplicó la de siempre: pensar en lo que no pienso a horas en que no debe pensarse.   Hasta que entré a la prepa pude dormir bien, creo que porque me resigné, así que hice de la hora de dormir un ritual que empezaba con la cena y terminaba con charlas radiofónicas. Quizá fue que en esos días la jornada escolar se había extendido por la danza, salía más tarde, y en temporada de teatro los sábados no eran míos. Dormía mejor. Sólo diez minutos 4:40. Noto como sus respiraciones están sincronizadas, una más pequeña que la otra. Me entra ...

Show, pop y te hecho tanto en falta

Recientemente descubrí la ópera. Mi padre la escuchaba provocándome serios disgustos, yo quería escuchar su soundtrack del Padrino para bailar a todo lo ancho de la sala; me tocaba soportar. Luego la olvidé. Ahora no solamente me gusta, en las últimas semanas de mi vida se ha convertido en el reflejo de mis exageraciones: eso es — me digo — , un rato de actuación, música, escenografía ¿cuánto vas a invertir en tu producción? De entre todas las cosas que arroja para que mastique mi mente, la cuestión esta de producir una obra que, en la opera, no podría nunca ser pequeña, que si sencilla. Hacer que todos los elementos cuadren es para verdaderos expertos, que los asistentes encajen con todo el montaje es cuestión de magia. Eso me ha parecido cuando afuera de Bellas Artes he visto llegar, con toda ostentación, a los que traen sus boletos de entrada en las bolsas. Nunca he ido a la ópera, soy cibervoyerista.  Por otro lado las voces, los solistas. No podría ser protagonista, ...