Contemplaba yo una visita a Oxford a principios de Enero, dirigí mi angustia a la imposibilidad de no ir dada la enfermedad que padezco. Fui al médico.
Síndrome HCA; resulta que me ha infectado una terrible bacteria. Síntomas: presión en el pecho, malestar estomacal, olor; si, la bacteria provoca segregación de un olor que no es el propio, poniendo en riesgo la salud mental del enfermo.
Y es verdad, tengo días con la sensación extraña de no oler como siempre, a ratos puedo percibir un agradable aroma que no es el mío; quizá eso es lo peor, que es agradable. El médico dice que no hay nada que hacer, sólo me advirtió que en la etapa final de la vida de la bacteria, hace creer al enfermo que se encuentra inmerso en un cuento de Hans Christian Andersen; para mi eso es lo terrible, porque andaré por ahí en aparente felicidad que se verá truncada por algún duendecillo, hada o maleficio, me sentiré desgraciada para acabar luego muy feliz, cual cisne. Todo eso será falso.
La cuestión es que quizá por esa razón no pueda ir a Oxford, tendré que esperar y ver a donde me lleva la bacteria, tendré que esperar a que ésta sucumba y pueda ser yo otra vez.
¿Por qué es terrible la bacteria si al final muere por ella misma? ¡Pues roba la personalidad! Irrumpe para hacer paréntesis de lo cotidiano, aleja de la seguridad del razonamiento, saca de mi lo Carla Morrison y el gusto por lo profano. Es terrible porque acaba, porque es sólo un cuento: brevedad fantástica.
Síndrome HCA; resulta que me ha infectado una terrible bacteria. Síntomas: presión en el pecho, malestar estomacal, olor; si, la bacteria provoca segregación de un olor que no es el propio, poniendo en riesgo la salud mental del enfermo.
Y es verdad, tengo días con la sensación extraña de no oler como siempre, a ratos puedo percibir un agradable aroma que no es el mío; quizá eso es lo peor, que es agradable. El médico dice que no hay nada que hacer, sólo me advirtió que en la etapa final de la vida de la bacteria, hace creer al enfermo que se encuentra inmerso en un cuento de Hans Christian Andersen; para mi eso es lo terrible, porque andaré por ahí en aparente felicidad que se verá truncada por algún duendecillo, hada o maleficio, me sentiré desgraciada para acabar luego muy feliz, cual cisne. Todo eso será falso.
La cuestión es que quizá por esa razón no pueda ir a Oxford, tendré que esperar y ver a donde me lleva la bacteria, tendré que esperar a que ésta sucumba y pueda ser yo otra vez.
¿Por qué es terrible la bacteria si al final muere por ella misma? ¡Pues roba la personalidad! Irrumpe para hacer paréntesis de lo cotidiano, aleja de la seguridad del razonamiento, saca de mi lo Carla Morrison y el gusto por lo profano. Es terrible porque acaba, porque es sólo un cuento: brevedad fantástica.
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