¾
¿Dónde están las mujeres
que mantienen?
¾ Sobrias
El espacio literario es libre, eso me
gusta creer. Deposita uno lo que le dé la gana, con la cantidad autobiográfica
que uno considere suficiente, con máscaras, sin asar, con retruécanos.
El espacio literario no escapa de las
clasificaciones, las fichas técnicas, las críticas; lo quiera el escrito o no.
Ya no puedo escribir. Como chorizo
colgado en tienda de abarrotes colgaré párrafos para tamizarme, como chorizo,
para que mis letras se mosqueen con sus
mails y comentarios aquí y en facebook.
Ya no quiero escribir porque escribo
como mujer. Las mujeres lloramos, nos quejamos, reprochamos sin importar el
otro. Recordamos el amor que no pudo ser, o que fue, y que no acaba de cuajar
porque nos da el mal del conformismo. Somos cursilería fantástica: Mujer
soltera/solterona que espera (a veces sin esperar) al que habrá de llegar y
respetar su individualidad (bicéfala, por cierto). Se encuentran por
casualidad. A primer trato, el fulano es un semi-ojete, ella niega enamorase de
él; el patán en cuestión niega su deseo también. Pero dejan el orgullo/miedo a
un lado para adorarse, son los mejores amigos para todos los atardeceres
futuros.
¡Señorita Austen! ¡Bridget Jones! Así
soy en mis textos, doy cuenta con triste estupor. Quisiera escribir algo como
el azulejo de Bukowsky, de respetable
lamento, y no hacer ensayos sobre patanes. Mi patán favorito es Guillermo
Fadanelli, un conocido periodista de contracultura me lo presentó: es la única
vez que me han temblado las rodillas. Alguna vez en su columna, argumentó con
simpleza que el temperamento o imaginación y su comportamiento público, no
obedecen un protocolo rígido ¡ah! pero no sólo habla de él, hablaba de los escritores. Resulta que los escritores
y las personas no han sido cortados con la misma tijera. Debo incluirme: los
escribidores y los humanos comunes, no hemos sido rapados con la misma
esquiladora.
No hay femenino de patán ¿es entonces
que soy escritora y mis haceres no obedecen un protocolo rígido del
comportamiento? O Tan sólo soy de esos patéticos clichés de adictos a pasiones
juveniles.
No soy un patán, mis haceres obedecen
mis propios protocolos. ¿Entonces? “Eres impredecible”, cobarde a veces, doce
gramos más intolerante cada año. No puedo imaginarme comprándole pintura a un
mengano con pretensiones de mutuo afecto. Por un instante pude resolver que lo
más sensato es hacerse de cuates, que no amigos; pero a un cuate no le puedes
robar libros, ¡no te los sueltan! Los amigos son incautos, te sonríen sin
pretensiones, se dejan entrevistar, te dejan regresar, te hacen firmar
contratos que luego no recuerdan, aceptan sin pensar los que propones:
¾ Pero no me
digas que si nada más porque si.
¾ ¡ah! Cuates
¿va?
Ayer me robé un libro.
Comentarios
También quiero saber qué libro robaste.