Arriesgar un poco más, ya no es opción ni buena idea cuando se ha perdido casi todo. Cuando de un mismo queda poco, lo que se busca es no ceder, ni diezmar, mucho menos compartir.
Eludir, transmutar en lo deseado es tan perverso ¿no es así? A menos que se cuente con ayuda divina, ¿no es absurdo esperar lo más inhumano de alguien? Y aun así que desagradable conocer lo más humano del interlocutor.
No es que desee un teatro, ni mentira. Quiero silencio, como Juana Gallo con Little Joshep, y hasta ella tuvo que aplicar un ligero e inocente correctivo… a quien engaño, no hay inocentes, no justos, sólo relaciones desniveladas.
Ceder, transferir (rindiéndose) cierta cantidad de voluntad.
Conceder, entregar (bajo negociación) un algo que un alguien desea.
Mejor silencio, obvio y confortable. Así ya no hay desgaste, nadie se termina.
Estaba pensando en ti, le daba vueltas a la única certeza que tengo de tu persona: eres mi amigo. ¿De dónde he sacado yo esto?, ¿quién te he creído que eres? Eres tan amable; me procuras menos que los amigos que son como mi familia, pero más que los cuates que veo los miércoles; me escuchas. Las personas tenemos un asunto muy interesante con aquello de que alguien nos escuche, pareciera un honor. Yo tengo una amiga que es un gato, me comparte ópera y lleva a Humboldt a nuestras reuniones de café. Platicamos en nebuloso intercambio de ñoñez y bienes viscerales. La escucho, me escucha; nos queremos. Y están todas esas personas a las que nunca pregunto siquiera como están, porque no me interesa escucharlas. Decía que estaba pensando en ti, pero luego dejé de hacerlo para ver una película. El largometraje trataba de un exsoldado – dañado mentalmente por la guerra y la vida – que va a dar con un fulano que desarrolla prácticas de bienestar existencial y físico por medio de via...
Comentarios