Me llegaron cuatro mails solicitando que subiera a Lecter Litterae un texto acerca de
cumplir 30. Lo pensé mucho, y ahora me dispongo a escribir sin reflexionar.
La verdad es que no hay mucho que decir al
respecto, porque no se trata de la edad, sino del momento, del cual diré que es
álgido. El cumpleaños porno, subir al tercer piso, usar el treinta para iniciar
mi edad los próximos nueve años ¿eso qué? Se trata del momento, del cual diré
es absurdo: me arroja a una libertad que se pinta como abismo, que me jala en
un arrebatamiento de fe que sólo unos cuantos pueden entender y que sólo los de
oído entrenado pueden escuchar tan claramente como escucho rechinar mi hombro
derecho.
Hace unos meses me di unas cuantas libertades,
como transformarme en imán para, por un lado atraer y por otro repeler al
escritor ese de boca grande y palabras largas. Me dejé pasar las tardes
parloteando con una bola de periplos. Me he dado permiso de decir lo que se me
da la gana y de pensar menos lo que ha de sentirse. De todas estas cosas, la
última fue un grave error.
Arriba, allá en la cima donde nada se ve porque
el sol no permite abrir los ojos, todas las posibilidades: la tristeza que
lleva al hospital; el escritor, el pirata, el otro y el aquel; los 30 niños que
son como míos; Canadá, New York, Bruxelles, Bolivia, España; el mar que me
ahoga; los libros, publicar, editar.
Editar fue un sueño, un deseo estúpido como
aquel de cantar como Ella F. Pero aquí está: hago uno de los trabajos más ingratos: edito. Si me arrojo con verdadero conocimiento vendrá,
como parte del oleaje, un sublime vendaval, y seremos Él y yo.
¡Es el momento! No los días, no los años. Son
las decisiones que he tomado en plena libertad, es estar haciendo lo que nunca
pensé que haría: así todo es posible; aún así como he estado los últimos tres
meses, más allá que acá. Cantan The Wanderer
I am dragging myself all
along the pavement, up in the sky there's Someone behind and He's guiding my
steps up and down the life stairs, helps me there by living again…
Vivir otra vez, como en
un respiro que dura la eternidad y el momento; cuidando de no desperdiciar ni
un segundo, disfrutándolo todo: olores, sabores, imágenes, personas, momentos,
distancias, ausencias, presencias, desalojos, arrebatos, conocidos y desconocidos
aquí leyendo.
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