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Tres aves en la cabeza


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El insomnio, Lamentaciones 1, El Club de la Pelea, Beirut, la comida de diario, más dinero, más dinero, un pato, el insomnio, incontable llanto, el insomnio, la mano, el dibujo que no llegó, el insomnio, respirar, respirar, respirar, respirar. La danza. Escribe mejor, el insomnio, comamos mejor, dar de comer, hacer las compras, el pacto, preparar, vamos, ven, abrazos, silencios, silencios, silencios, respirar, el insomnio, el que no se calla. La danza. 

Párrafos dignos del moqueo de los exagerados. ¡Que no me da la gana! 
Querer o no desear, la contradicción de por medio. Palabras promiscuas.


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Triste tigre de garras limadas, tigre de tristezas inacabadas cuyo deseo de cazar se ha terminado, ahora vegetas en tu desasosiego. Has olvidado el inicio de tu final, cuando pudiste ver desde lo alto del monte que las nimiedades abundan y la vida es una. 

Ahí estás, solo entre árboles y piedras, ruges para recibir el eco de tu confusión, te bañas con las bacterias de tu lengua, que es tan larga que alcanza las mismas profundidades del Sheol. 

Mamífero, eres solamente una de todas las bestias; tú, eres tú pensándote en el otro, con el otro viviendo en la aparente soledad del desierto. Un ratón escribiéndote en opereta de cuento de hadas, pero no es real. Tigre, despierta.  Eras soportable, regresa. Tigre, vuelve al valle donde no hay tiniebla, antes de que vuelvas al laberinto de tus rayas.

Memoriza la coreografía y luego danza, baila para ti y siempre para el poderoso de Israel. Memoriza la coreografía. En el chasquido de tus patas regresa a casa, así como la niña Garland. Volver no es regresar por el mismo camino.  

“No te merece” te han dicho, mamífero tú sabes que es cierto. Gato, tienes un motor afectado por la zitromicina. Calla, que el acto es más importante que el verbo bordado. Deja de atacar. En balde te defiendes. 



“No quiero” ¿qué más puede decirse? A menos que se trate de un necio, ¿qué sentido tiene insistirle al otro? Vender y convencer no es lo mío.

Mi abuelo era alcohólico. Tuve un novio alcohólico. Ninguno quería dejar de tomar. Mi madre fuma. Golden the Pony Boy fuma. Ninguno quiere dejar de meterse posibilidades de cáncer, enfisemas y gastos innecesarios. 

“No quiero” es la razón última y la primera cuando no se quieren dar explicaciones. Me han dicho que no me deje afectar por  los agentes del entorno circundante. También me han dicho “has lo que te haga feliz”… mi voluntad y la de los gallos.

Con ingenua ignorancia la gente se piensa que Dios castigó a los habitantes del jardín por haber desobedecido, ¿en serio? ¿Dios castigando por comer del fruto prohibido? Me parece un vistazo del asunto demasiado cercano. Aquí el asunto fue que la voluntad tiene consecuencias, eso es todo. Si, de verdad, eso es ¿Quién comió? Ya estoy escuchando, “¡pero Dios puso el árbol, pero él fue quien los corrió y los castigó”. Demasiado cerca. La perdida de ignorancia duele, la voluntad acarrea responsabilidad y ésta acarrea trabajo, sudor y lágrimas... también libertad. 

“No quiero” dice la protagonista a la deidad, no quería cumplir el destino tejido para ella: no querer. No es que no me de la gana, es que creo que no se trate de eso. ¿En donde escuché que "decir no hace y hacer no dice"? Y ceder porque se ama, no porque te rindes conformado. No quiero quererlo porque es cobarde y el que teme, muerde y engaña para sentirse a salvo. Mutante. 



Comentarios

Eva Mora ha dicho que…
Voluntad, siempre la voluntad. ¿Acaso es malo ser voluntariosa? Tal vez cuando se aplasta la voluntad de los otros... eso sí que es de pensarse.

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