“Herr Soren, ¿cuantas gomitas de rana contiene la bolsa negra de celofán?” tic, toc, tic, toc... miraba el reloj al niño de agua, él pensaba y pensaba y el reloj esperaba y esperaba. "Veinte", contesto Soren, "¡JAJAJAJA!" contesto el reloj y continuo: “la verdad es que saberlo no importa, lo interesante es que se las ha comido Lola.
—¡¡Lola, Lola!!— llamaba Soren a la niña tóxica. Al verse, Lola corrió a sus brazos, pero de él solo recibió un gélido abrazo — ¿Cuantas gomitas de rana te comiste? ¿y cuántas me dejaste?— dijo Soren muy serio. "Muchas y tres", contesto con gran sonrisa, enseguida arrebató la boina de la cabeza de Herr Sadnerson, dio la vuelta y corrió. Iracundo la seguía con pasos agigantados, catorce, quince... se detuvo... mirada vomitosa de te odio y boca de sonrisa macabra —Ven Lola, te quiero abrazar—, Lola lo miro sospechando... no, contesto con la cabeza. Las ranas saltan, saltan, se retuercen en ácido estomacal. Soren contesta y contesta. Este niño omite y vomita en donde sea. Lola escribe y escribe, habla y habla retorciendo palabras; Soren calla y calla, escribe apenas, con pocas palabras se las ingenia para repartir al que las pida. Las ranas, saltan y saltan; se retuercen en ácido estomacal, Lola las siente pero no las piensa sacar. ¿Qué hace mas daño, vomitar o aguantar lo que quiere salir? ...cuidado con lo que contestes.
Lola salta, juega ella sola porque Soren ahora no quiere jugar. Lola come cebada, y allá Soren se alimenta de lactobasilos. Por la noche fingen estar bien, Lola viste máscara de sátira y Soren de inhabilitado emocional; de tal escenario de paz continúan actuando, así que deciden quedarse en el bosque lolesco. Esporas de hongo falaz entran por la ventana, se impregnan en la cobija y la madera de la cama, ambas se encogen, de tal suerte que en seguida aquellos niños se jalan las cobijas. Comienza la batalla. P. Sadnerson se molesta, sus pies salen de la cama, los pies helados de la señorita Críptica tocan su espalda; Lola jala las cobijas, da vueltas en la cama. Duermen un momento pero la nariz de Lola hace ruidos violentos; de un codazo Soren la despierta, — Lola, cambiemos lugares—, Críptica por debajo, Sadnerson por arriba, en el intercambio no notan el encogimiento de la cama y Lola cae. De primera vez se callan, pero al revisar la situación ríen un poco, Soren levanta a Lola, da cuenta de que esta desnuda —Lola, cuando entenderás que no debes quitarte la pijama, por eso roncas — tal afirmación molesta a la niña que contesta fingiendo control — no Soren, yo no ronco, respiro fuerte—. Buscan la pijama entre las cobijas y ahí dan cuenta de que la cama y lo que la cubre, están impregnadas de esporas de hongo. Se acuestan sin importar se carcajean, la caída de Lola es verdaderamente una buena razón para deshacerse de las máscaras.
Herr Soren no ha podido ver a Lola despertar, sus ojos chocan al mismo tiempo y sus “buen día” son casi unísonos. — Herr P. Sadnerson, vamos a tu playa, presiento que hoy estará soleado —. Como siempre, Lola da un brinco y se viste arritmosa y armoniosa; ojos de regaño de Soren, de su boca, esta vez sandeces —Oye, pero tienes que bañarte — a ella no le queda más que arrastrarse a compás de marcha fúnebre. Sale agua caliente de la regadera luego muy fría, por fin logran nivelarla; los pequeños suspiros de Lola no pueden ser percibidos, pues Soren los opaca con ligeros gemidos.
— Soren P., estas llorando, dime qué te pasa—, pero él lo niega y le explica a la niña de plastilina tóxica que es solo el exceso de agua en su ser.
Llegados a la playa, listos para un surrealista festín, una terrible sorpresa: esta nublado, tan nublado que el cielo en totalidad es gris, a lo lejos no es posible divisar un rayo de sol. — Soren — pronuncia Lola en un suspiro.
“Herr Soren, ¿Cuántas Lolas hacen falta para iluminar la playa?” clac, clac, clac, clac… espera la respuesta un cangrejo. “No se” contesta con la cabeza fundida casi con la arena; el cangrejo muy lentamente se acercó, le dio unas palmaditas en el tobillo y luego replicó, “Mira allá, ve a esa niña dormida en la hamaca, tan pequeña y ha hecho una playa para ti … cuantas Lolas, la verdad saberlo no importa, lo interesante es que ha bastado solo una para crear un cuervo espanta nubes.”
— Looola, Looola — la despertaba Soren, al mismo tiempo que la miraba despertar sonriendo — quieres ir a ver al cuervo espantanubes, traigo aquí ranas ácidas para ti—.
—¡¡Lola, Lola!!— llamaba Soren a la niña tóxica. Al verse, Lola corrió a sus brazos, pero de él solo recibió un gélido abrazo — ¿Cuantas gomitas de rana te comiste? ¿y cuántas me dejaste?— dijo Soren muy serio. "Muchas y tres", contesto con gran sonrisa, enseguida arrebató la boina de la cabeza de Herr Sadnerson, dio la vuelta y corrió. Iracundo la seguía con pasos agigantados, catorce, quince... se detuvo... mirada vomitosa de te odio y boca de sonrisa macabra —Ven Lola, te quiero abrazar—, Lola lo miro sospechando... no, contesto con la cabeza. Las ranas saltan, saltan, se retuercen en ácido estomacal. Soren contesta y contesta. Este niño omite y vomita en donde sea. Lola escribe y escribe, habla y habla retorciendo palabras; Soren calla y calla, escribe apenas, con pocas palabras se las ingenia para repartir al que las pida. Las ranas, saltan y saltan; se retuercen en ácido estomacal, Lola las siente pero no las piensa sacar. ¿Qué hace mas daño, vomitar o aguantar lo que quiere salir? ...cuidado con lo que contestes.
Lola salta, juega ella sola porque Soren ahora no quiere jugar. Lola come cebada, y allá Soren se alimenta de lactobasilos. Por la noche fingen estar bien, Lola viste máscara de sátira y Soren de inhabilitado emocional; de tal escenario de paz continúan actuando, así que deciden quedarse en el bosque lolesco. Esporas de hongo falaz entran por la ventana, se impregnan en la cobija y la madera de la cama, ambas se encogen, de tal suerte que en seguida aquellos niños se jalan las cobijas. Comienza la batalla. P. Sadnerson se molesta, sus pies salen de la cama, los pies helados de la señorita Críptica tocan su espalda; Lola jala las cobijas, da vueltas en la cama. Duermen un momento pero la nariz de Lola hace ruidos violentos; de un codazo Soren la despierta, — Lola, cambiemos lugares—, Críptica por debajo, Sadnerson por arriba, en el intercambio no notan el encogimiento de la cama y Lola cae. De primera vez se callan, pero al revisar la situación ríen un poco, Soren levanta a Lola, da cuenta de que esta desnuda —Lola, cuando entenderás que no debes quitarte la pijama, por eso roncas — tal afirmación molesta a la niña que contesta fingiendo control — no Soren, yo no ronco, respiro fuerte—. Buscan la pijama entre las cobijas y ahí dan cuenta de que la cama y lo que la cubre, están impregnadas de esporas de hongo. Se acuestan sin importar se carcajean, la caída de Lola es verdaderamente una buena razón para deshacerse de las máscaras.
Herr Soren no ha podido ver a Lola despertar, sus ojos chocan al mismo tiempo y sus “buen día” son casi unísonos. — Herr P. Sadnerson, vamos a tu playa, presiento que hoy estará soleado —. Como siempre, Lola da un brinco y se viste arritmosa y armoniosa; ojos de regaño de Soren, de su boca, esta vez sandeces —Oye, pero tienes que bañarte — a ella no le queda más que arrastrarse a compás de marcha fúnebre. Sale agua caliente de la regadera luego muy fría, por fin logran nivelarla; los pequeños suspiros de Lola no pueden ser percibidos, pues Soren los opaca con ligeros gemidos.
— Soren P., estas llorando, dime qué te pasa—, pero él lo niega y le explica a la niña de plastilina tóxica que es solo el exceso de agua en su ser.
Llegados a la playa, listos para un surrealista festín, una terrible sorpresa: esta nublado, tan nublado que el cielo en totalidad es gris, a lo lejos no es posible divisar un rayo de sol. — Soren — pronuncia Lola en un suspiro.
“Herr Soren, ¿Cuántas Lolas hacen falta para iluminar la playa?” clac, clac, clac, clac… espera la respuesta un cangrejo. “No se” contesta con la cabeza fundida casi con la arena; el cangrejo muy lentamente se acercó, le dio unas palmaditas en el tobillo y luego replicó, “Mira allá, ve a esa niña dormida en la hamaca, tan pequeña y ha hecho una playa para ti … cuantas Lolas, la verdad saberlo no importa, lo interesante es que ha bastado solo una para crear un cuervo espanta nubes.”
— Looola, Looola — la despertaba Soren, al mismo tiempo que la miraba despertar sonriendo — quieres ir a ver al cuervo espantanubes, traigo aquí ranas ácidas para ti—.
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