—Hoy recordé que en las andanzas de la vida, siempre se va perdiendo la fe. Hasta que un vórtice de complicadas y misteriosas situaciones nos expulsa, en primera instancia, a una terrorífica oscuridad. No hay arriba, no hay abajo, ni adelante, ni atrás… se pierde toda dimensión… y entonces realmente empiezas a perder la fe. Como segunda instancia una cardiaca sorpresa; al borde de la insanidad, el vórtice te regresa al mismo lugar… pero no a lo mismo tiempo. Hoy y en otros ayeres, me recordé que ya he pasado por el vórtice; y por eso estoy aquí, para que en los mañanas no me repita. Para poder verte y decirte que tu también ya has pasado por el vórtice y tienes la oportunidad de volver a hacer sin repetirte. Creo que el vórtice me colocó aquí, porque tenías que hacerme saber que hay que vivir para existir amando. Soren, ¿quieres quererme? Soren de cualquier manera puedes entrar al laberinto, solo no vayas a donde no hay estambre, porque de esos lugares no te puedo sacar— A todo el niño de agua contesto, —No hay otra forma de vivir sino queriendo, ¿Tu quieres quererme?—. Sin esfuerzo Lola Críptica dejo salir de su boca. —Pero claro que sí, no podría no hacerlo—. Soren escupió -Igual yo—.
Grave error de Lola seguir con la conversación, grave error tenerla afuera de su laberinto; continuó hablando, —Yo quiero quererte para que me quieras; quiero sacar lo mejor de ti; quiero que me hagas querer podar este laberinto… que a fin de cuentas es como una casa vacía porque no hay Minotauro; es solo un lugar de claroscuros, en donde los claros quieren abundar. Quiero inspirarte toda acción que te haga feliz; toda acción independiente sin ser disyuntiva—.
Soren tampoco dio cuenta — Creo que ese es el fin de todo, el crecimiento y aprendizaje, la felicidad, la fe materializada—.
El principio del final: Lola dejó salir a sus cuervos, revolotearon en la cabeza de su amigo, apenas se distinguían sus voces. Uno decía “Aunque hable en futuro ella ya ha empezado”. Otro que se posó en su hombro le susurró “se esta abriendo un vórtice”. Tres pequeños cuervos jalaban su cabello y gritaban “Ella ha aterrizado justo encima del vicio de las letras y junto a la virtud del buen besar”. Cuatro de ellos seguían los gritos “es solo una coincidencia de palabras, letras y acciones...quizá de antiguas reflexiones”.
Lola los alejaba de Soren, pero estos seguían revoloteando, fue hasta después de un rato, que entraron graznando al laberinto. La niña de plastilina no sabía como disculparse ante tal suceso, solo dijo “A mi me cura pensar que no es casualidad, es mi placebo. Se mi placebo.” Ni tan necesaria la disculpa Soren continuó, —El vórtice somos Tu, Yo y todo, las casualidades se dan, pero a petición nuestra, vamos a donde el instinto con un poco de razón nos dicen, entonces coincidamos—.
— Oye Soren, el vórtice son situaciones complicadas y misteriosas, dentro de ellas, bien dices casualidades a petición nuestra, ¿Me pediste o solo coincidimos queriendo coincidir?—
— Lola, coincidimos después de saber que queríamos hacerlo—.
Y Lola tenía más preguntas, muchas más; pero entonces dio cuenta de que andaban en el quinto pasillo cercano al centro del laberinto, muy peligroso… el vórtice los escupió ahí. Pasó lo que tanto temía Lola, Soren dejó de ser imagen; como su amiga, él también comenzó a sentir frío.
Que sorpresa tan escalofriante, encontrarse de carne y hueso adentro de un cuento, que empezó con animaciones y terminó con personas. Ya nadie sabía quién era, ni en dónde estaban… de momento en el árbol de Soren, de momento en un vórtice, al final llegaron otra vez al mismo lugar, la entrada del laberinto de Lola. Esta vez ya no eran ni de agua, ni de plastilina… habían trasmutado; el nuevo joven Sadnerson, le dijo a la que es Críptica, “Solo entremos al laberinto”. Lola lo detuvo al instante del primer paso, se sentó en al tierra y lo invitó con un jalón de mano, ya juntos, viéndolo a los ojos le pidió — Pon tu mano en esta pierna, coloca tu oreja en esta boca y déjame narrarte cuánto te necesito—.
Grave error de Lola seguir con la conversación, grave error tenerla afuera de su laberinto; continuó hablando, —Yo quiero quererte para que me quieras; quiero sacar lo mejor de ti; quiero que me hagas querer podar este laberinto… que a fin de cuentas es como una casa vacía porque no hay Minotauro; es solo un lugar de claroscuros, en donde los claros quieren abundar. Quiero inspirarte toda acción que te haga feliz; toda acción independiente sin ser disyuntiva—.
Soren tampoco dio cuenta — Creo que ese es el fin de todo, el crecimiento y aprendizaje, la felicidad, la fe materializada—.
El principio del final: Lola dejó salir a sus cuervos, revolotearon en la cabeza de su amigo, apenas se distinguían sus voces. Uno decía “Aunque hable en futuro ella ya ha empezado”. Otro que se posó en su hombro le susurró “se esta abriendo un vórtice”. Tres pequeños cuervos jalaban su cabello y gritaban “Ella ha aterrizado justo encima del vicio de las letras y junto a la virtud del buen besar”. Cuatro de ellos seguían los gritos “es solo una coincidencia de palabras, letras y acciones...quizá de antiguas reflexiones”.
Lola los alejaba de Soren, pero estos seguían revoloteando, fue hasta después de un rato, que entraron graznando al laberinto. La niña de plastilina no sabía como disculparse ante tal suceso, solo dijo “A mi me cura pensar que no es casualidad, es mi placebo. Se mi placebo.” Ni tan necesaria la disculpa Soren continuó, —El vórtice somos Tu, Yo y todo, las casualidades se dan, pero a petición nuestra, vamos a donde el instinto con un poco de razón nos dicen, entonces coincidamos—.
— Oye Soren, el vórtice son situaciones complicadas y misteriosas, dentro de ellas, bien dices casualidades a petición nuestra, ¿Me pediste o solo coincidimos queriendo coincidir?—
— Lola, coincidimos después de saber que queríamos hacerlo—.
Y Lola tenía más preguntas, muchas más; pero entonces dio cuenta de que andaban en el quinto pasillo cercano al centro del laberinto, muy peligroso… el vórtice los escupió ahí. Pasó lo que tanto temía Lola, Soren dejó de ser imagen; como su amiga, él también comenzó a sentir frío.
Que sorpresa tan escalofriante, encontrarse de carne y hueso adentro de un cuento, que empezó con animaciones y terminó con personas. Ya nadie sabía quién era, ni en dónde estaban… de momento en el árbol de Soren, de momento en un vórtice, al final llegaron otra vez al mismo lugar, la entrada del laberinto de Lola. Esta vez ya no eran ni de agua, ni de plastilina… habían trasmutado; el nuevo joven Sadnerson, le dijo a la que es Críptica, “Solo entremos al laberinto”. Lola lo detuvo al instante del primer paso, se sentó en al tierra y lo invitó con un jalón de mano, ya juntos, viéndolo a los ojos le pidió — Pon tu mano en esta pierna, coloca tu oreja en esta boca y déjame narrarte cuánto te necesito—.
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